lunes, 11 de abril de 2011

LEUCEMIA EN NIÑ@S


 
¿Qué es el cáncer?

El cuerpo está compuesto por millones de células vivas. Las células normales del cuerpo crecen, se dividen y mueren de manera ordenada. Durante los primeros años de vida de una persona, las células normales se dividen más rápidamente para permitirle a la persona crecer. Una vez que la persona llega a la edad adulta, la mayoría de las células sólo se dividen para reemplazar las células desgastadas o que están muriendo, y para reparar lesiones.

El cáncer se origina cuando las células en alguna parte del cuerpo comienzan a crecer sin control. Existen muchas clases de cáncer, pero todos ellos comienzan debido al crecimiento sin control de células anormales.

El crecimiento de las células cancerosas es diferente al crecimiento de las células normales. En lugar de morir, las células cancerosas continúan creciendo y forman nuevas células anormales. Además, las células cancerosas pueden invadir (crecer hacia) otros tejidos, algo que las células normales no pueden hacer. El crecimiento sin control y la invasión a otros tejidos es lo que hace que una célula sea cancerosa.

Las células se transforman en células cancerosas debido a un daño en el ADN. El ADN se encuentra en todas las células y dirige todas sus acciones. En una célula normal, cuando el ADN se afecta, la célula repara el daño o muere. Por el contrario, en las células cancerosas el ADN dañado no se repara, y la célula no muere como debería. En lugar de esto, la célula continúa produciendo nuevas células que el cuerpo no necesita. Todas estas nuevas células tendrán el mismo ADN dañado que tuvo la primera célula.

Las personas pueden heredar un ADN dañado, pero la mayor parte del ADN dañado es causado por errores que ocurren mientras la célula normal se está reproduciendo o por alguna otra cosa en nuestro ambiente. Algunas veces, la causa del daño al ADN es algo obvio, como fumar cigarrillos. A menudo, sin embargo no se encuentra una causa clara.


En la mayoría de los casos, las células cancerosas forman un tumor, pero en algunos cánceres, como la leucemia, rara vez se forman tumores. En este caso, las células cancerosas afectan la sangre y los órganos hematopoyéticos (productores de sangre) y circulan a través de otros tejidos en los cuales crecen.

Por otro lado, las células cancerosas a menudo se trasladan a otras partes del cuerpo donde comienzan a crecer y a formar nuevos tumores que reemplazan el tejido normal. Este proceso se llama metástasis, el cual ocurre cuando las células cancerosas entran al torrente sanguíneo o a los vasos linfáticos de nuestro cuerpo.

Independientemente del lugar hacia el cual se propague el cáncer, siempre recibe el nombre del lugar donde se originó. Por ejemplo, el cáncer de seno que se propagó al hígado sigue siendo cáncer de seno, y no cáncer de hígado. Asimismo, el cáncer de próstata que se propagó a los huesos es referido como cáncer de próstata metastático, y no cáncer de huesos.


¿Cuáles son las diferencias entre los tipos de cáncer que afectan a los adultos y los que afectan a los niños?

Los tipos de cáncer que afectan a los niños son distintos de los que afectan a los adultos.

Aunque hay excepciones, los cánceres infantiles tienden a responder mejor a la quimioterapia. Además, los cuerpos de los niños tienden a tolerar la quimioterapia mejor que los cuerpos de los adultos. Sin embargo, debido a que la quimioterapia puede causar algunos efectos secundarios a largo plazo, los niños que sobreviven al cáncer necesitan atención minuciosa por el resto de sus vidas.

A partir de los años sesenta, la mayoría de los niños y adolescentes con cáncer han sido tratados en los centros especializados diseñados para ellos. El recibir tratamiento en uno de estos centros les ofrece la ventaja de tener un equipo de especialistas que conoce las diferencias entre los tipos de cáncer que ocurren en los adultos y los que ocurren en los niños y adolescentes, así como las necesidades especiales de los niños con cáncer. Este equipo generalmente incluye a pediatras oncólogos, patólogos, cirujanos, radiólogos oncólogos, enfermeras pediatras oncólogas y enfermeras practicantes tituladas. Estos centros también tienen psicólogos, trabajadores sociales, especialistas en vida infantil, especialistas en nutrición, terapeutas de rehabilitación, fisioterapeutas y educadores que pueden apoyar y educar a la familia completa.


¿Qué es la leucemia en niños?

La leucemia es un cáncer de las células primitivas productoras de sangre. Con mayor frecuencia, la leucemia es un cáncer de los glóbulos blancos, pero algunas leucemias comienzan en otros tipos de células sanguíneas.

La leucemia comienza en la médula ósea (la parte suave del interior de ciertos huesos en donde se forman las nuevas células de la sangre). En la mayoría de los casos la leucemia invade la sangre muy rápidamente. De ahí puede extenderse a otras partes del cuerpo, como a los ganglios linfáticos, el bazo, el hígado, el sistema nervioso central (el cerebro y la médula espinal), los testículos u otros órganos.
Algunos tipos de cáncer infantil, tales como el neuroblastoma o el tumor de Wilms, comienzan en otros órganos y se pueden propagarse a la médula ósea, pero éstos no son leucemia.



Médula ósea, sangre y tejido linfático normales
Para entender los diferentes tipos de leucemia, ayuda saber sobre los sistemas sanguíneo y linfático.


Médula ósea

La médula ósea es la parte blanda del interior de los huesos. Es el lugar donde se producen nuevas células sanguíneas (glóbulos rojos, glóbulos blancos y plaquetas). En los niños, la médula ósea activa se encuentra en casi todos los huesos del cuerpo, pero en los años de la adolescencia, se encuentra fundamentalmente en los huesos planos (el cráneo, los omóplatos, las costillas y la pelvis) y en las vértebras (los huesos que forman la columna vertebral).

La médula ósea consiste en un pequeño número de células madre sanguíneas, células productoras de sangre más maduras, células adiposas y tejidos de apoyo que ayudan al crecimiento celular. Las células madre sanguíneas experimentan una serie de cambios para producir nuevas células sanguíneas. Durante este proceso, las células se desarrollan hasta convertirse en linfocitos (un tipo de glóbulo blanco) o en otras células productoras de sangre. Estas células productoras de sangre se pueden desarrollar en uno de los tres principales tipos de células sanguíneas:

· Glóbulos rojos.
· Glóbulos blancos (que no son linfocitos).
· Plaquetas.

Glóbulos rojos
Los glóbulos rojos transportan oxígeno desde los pulmones hasta todos los demás tejidos del cuerpo, y llevan el dióxido de carbono hasta los pulmones para su eliminación.
Cuando la médula no produce suficientes glóbulos rojos para reemplazar los desgastados, es posible que la persona presente anemia (la presencia de muy pocos glóbulos rojos en el cuerpo). La anemia puede causar que una persona se sienta cansada, débil y tenga dificultad para respirar debido a que los tejidos del cuerpo no reciben suficiente oxígeno.
Plaquetas
Las plaquetas son en realidad fragmentos celulares producidos por un tipo de célula de la médula ósea llamada megacariocito. Se liberan en la sangre, en donde su función principal es tapar los orificios de los vasos sanguíneos causados por cortaduras o hematomas. A la escasez de plaquetas en la sangre se le llama trombocitopenia. Una persona con trombocitopenia puede sangrar y desarrollar hematomas fácilmente.
Glóbulos blancos
Los glóbulos blancos, también conocidos como leucocitos, ayudan al cuerpo a combatir infecciones. Los tres tipos principales de glóbulos blancos son los linfocitos, granulositos y monocitos.

Linfocitos:
Estas son las células principales que producen tejido linfoide, una parte importante del sistema inmune del cuerpo.
El tejido linfático se encuentra en muchos lugares del cuerpo, incluyendo en los ganglios linfáticos, el timo, el bazo, las amígdalas y las glándulas adenoides, y la médula ósea.
También se encuentra disperso en todo el sistema digestivo y el sistema respiratorio. El extenso sistema que conecta todos los tejidos linfoides se denomina sistema linfático. Los linfocitos circulan en este sistema y eventualmente fluyen en el torrente sanguíneo.
Los linfocitos se desarrollan a partir de células llamadas linfoblastos hasta convertirse en
células maduras que combaten las infecciones. Hay dos tipos principales de linfocitos:

· Los linfocitos B (células B) ayudan a proteger el cuerpo contra las bacterias y los
virus. Cuando una célula B entra en contacto con uno de estos gérmenes, madura
hasta convertirse en una célula plasmática, que libera proteínas denominadas
anticuerpos. Los anticuerpos se adhieren al germen, y lo marcan para que otras partes
del sistema inmune lo destruyan.

· Los linfocitos T (células T) también ayudan a proteger al cuerpo contra sustancias extrañas (aquellas que normalmente no se encuentran en el cuerpo). Estas células reconocen sustancias químicas específicas, como las que se encuentran en el exterior de las células infectadas por virus. Existen varios tipos de células T, cada una de ellas con una función especializada. Algunas destruyen células anormales liberando sustancias que les producen orificios y les causan fugas. Algunas células T liberan sustancias llamadas citocinas que atraen otros tipos de glóbulos blancos, y estos entonces destruyen las células anormales. Aun así otras células T actúan vigilando que el sistema inmune no ataque las células normales.
Los linfocitos son las células a partir de las cuales se desarrolla la leucemia linfocítica (o linfoblástica) aguda. Aunque tanto las células B como las células T se pueden convertir en leucemia, las leucemias de las células B son mucho más comunes que las leucemias de las células T.
Las células B y las células T normales pueden ser reconocidas mediante pruebas de laboratorio que detectan sustancias químicas específicas en su superficie. Ciertas sustancias se encuentran exclusivamente en las células B, y otras se encuentran sólo en las células T. Las pruebas de laboratorio también ayudan a determinar la madurez de las células B y de las células T. Tanto el tipo de linfocito como su etapa de madurez son importantes, porque las leucemias que surgen de estos tipos diferentes de células tienen diferentes características.



Granulocitos:
Estos glóbulos blancos tienen gránulos, o sea manchas que pueden visualizarse en un microscopio. Estos gránulos contienen enzimas y otras sustancias que pueden destruir gérmenes como las bacterias. Los tres tipos de granulocitos, neutrófilos, basófilos y eosinófilos, se distinguen por el tamaño y el color de los gránulos. Los granulocitos se desarrollan a partir de células productoras de sangre llamadas mieloblastos hasta convertirse en células maduras que combaten las infecciones.

Monocitos:
Estos glóbulos blancos, que están relacionados con los granulocitos, también son importantes para proteger al cuerpo contra las bacterias. Se generan en la médula ósea como monoblastos productores de sangre y se desarrollan hasta convertirse en monocitos maduros. Después de circular en el torrente sanguíneo por aproximadamente un día, los monocitos ingresan en los tejidos corporales para convertirse en macrófagos, que pueden destruir algunos gérmenes rodeándolos y digiriéndolos. Los macrófagos también ayudan a los linfocitos a reconocer gérmenes y comenzar a producir anticuerpos para combatirlos.
Cualquiera de las células formadoras de sangre o células linfoides de la médula ósea puede convertirse en una célula leucémica. Una vez ocurre este cambio, las células de leucemia no pasan por el proceso normal de maduración, sino que sobreviven y se acumulan en la médula ósea. Con el paso del tiempo, estas células entran en el torrente sanguíneo y se propagan a otros órganos, en donde pueden evitar el funcionamiento normal de otras células corporales.



¿Cuáles son las estadísticas importantes de la leucemia en niños?

La leucemia es el tipo de cáncer más común entre niños y adolescentes. Representa aproximadamente uno de cada tres cánceres en los niños. Sin embargo, en general, la leucemia infantil es una enfermedad poco común.

La leucemia linfocítica aguda (ALL) representa aproximadamente tres de cada cuatro casos de leucemia entre niños y adolescentes. La mayoría de los otros casos son leucemia mielógena aguda (AML). Las leucemias crónicas son poco comunes en los niños.

La ALL es más común en los primeros años de la infancia, y ocurre con más frecuencia entre los dos y los cuatro años de edad. Los casos de AML están más diseminados en los años de la infancia, aunque es ligeramente más común durante los primeros dos años de vida y durante la adolescencia.
La ALL es ligeramente más común entre los niños blancos que entre los niños afroamericanos y americanos asiáticos, y es más común entre los niños que entre las niñas. La AML ocurre casi igualmente entre niños y niñas de todas las razas.



Tasas de supervivencia para leucemias en niños

La tasa de supervivencia a cinco años se refiere al porcentaje de pacientes que vive al menos cinco años después de su diagnóstico de cáncer. Con frecuencia, los médicos utilizan las tasas de supervivencia como una manera estándar de analizar el pronóstico (perspectiva) de una persona.

En relación con las leucemias agudas, los niños que no presentan la enfermedad después de cinco años tienen una alta probabilidad de haber sido curados, ya que es muy poco común que estos cánceres regresen después de ese periodo de tiempo. Las tasas de supervivencia a cinco años actuales son basadas en niños diagnosticados y tratados inicialmente por más de cinco años. Los avances en el tratamiento desde entonces pueden producir un pronóstico más favorable para los niños recientemente diagnosticados.

La tasa de supervivencia a cinco años de niños con ALL ha aumentado significativamente con el tiempo y en general ahora es mayor de 80%.

También la tasa de supervivencia a cinco años general para niños con AML ha aumentado con el tiempo y ahora está entre 50% y 70%. Sin embargo, las tasas de supervivencia pueden variar dependiendo del subtipo de AML. Por ejemplo, la mayoría de los estudios sugieren que ahora la tasa de curación de la leucemia promielocítica aguda (APL), un subtipo de AML, es superior al 80%.

Las estadísticas de supervivencia algunas veces pueden ser útiles como una guía general, pero puede que éstas no representen de una forma precisa el pronóstico de un niño. Un número de otros factores, incluyendo la edad del niño y las características del tumor, también pueden afectar el pronóstico. Muchos de estos factores para el pronóstico se discuten en la sección “¿Cómo se clasifica la leucemia en niños?". Aun cuando se toman en cuenta estos otros factores, las tasas de supervivencia son, en el mejor de los casos, cálculos aproximados. Probablemente el médico de su hijo sea una buena fuente de información para saber si estos números pueden aplicar en su caso, ya que él o ella está familiarizado con los aspectos de la situación particular del niño.

¿Cuáles son los factores de riesgo de la leucemia en niños?

Un factor de riesgo es todo aquello que afecta la probabilidad de padecer una enfermedad, como por ejemplo el cáncer. Los diferentes tipos de cáncer tienen diferentes factores de riesgo. Por ejemplo, mientras exponer la piel a la luz solar fuerte es un factor de riesgo del cáncer de piel, el fumar es un factor de riesgo para el cáncer de pulmón, boca, laringe, vejiga, riñón y otros órganos.

Sin embargo, los factores de riesgo no lo indican todo. Presentar uno o incluso varios factores de riesgo no significa necesariamente que usted tendrá la enfermedad. Además, muchas personas que adquieren la enfermedad pueden no tener factores de riesgo conocidos.

Existen pocos factores de riesgo conocidos para la leucemia en niños.

Factores de riesgo genéticos
Los factores de riesgo genéticos son aquellos que forman parte de nuestro ADN (la sustancia que porta nuestros genes). Con mayor frecuencia, los heredamos de nuestros padres. Aunque algunos factores genéticos aumentan el riesgo de desarrollar leucemia infantil, la mayoría de los casos de leucemia no están relacionados con ninguna causa genética conocida.
Síndromes hereditarios
Hay varios trastornos hereditarios que aumentan el riesgo de que un niño desarrolle leucemia:
· Síndrome de Li-Fraumeni: ésta es una afección poco frecuente causada por un cambio en el gen supresor de tumores TP53. Las personas que tienen este cambio corren un riesgo aumentado de desarrollar varias clases de cáncer, incluyendo leucemia, sarcomas de tejido óseo o blando, cáncer de seno y tumores en el cerebro.
· Síndrome de Down (trisomía 21): los niños con síndrome de Down tienen una copia adicional (tercera) del cromosoma 21. En maneras que aún no se entienden completamente, este cromosoma 21 adicional causa demora en el desarrollo mental y una apariencia facial característica. Los niños con síndrome de Down tienen muchas más probabilidades de desarrollar ya sea ALL o AML que el resto de los niños, con un riesgo general de aproximadamente 2% a 3%. El síndrome de Down también se ha relacionado con la leucemia transitoria, una afección similar a la leucemia que aparece durante el primer mes de vida y que frecuentemente se resuelve por sí misma sin necesidad de quimioterapia.
· Síndrome de Klinefelter: ésta es una afección genética en la que los hombres tienen un cromosoma “X” adicional. Esto causa infertilidad, evita el desarrollo normal de algunas características masculinas (como vello corporal, voz profunda, etc.) y está relacionada con un riesgo ligeramente aumentado de desarrollar leucemia. Varios otros trastornos genéticos (como neurofibromatosis y anemia de Fanconi) también conllevan un riesgo aumentado de leucemia, así como otros tipos de cáncer.

Problemas hereditarios del sistema inmune
Ciertas enfermedades hereditarias, tal como ataxia telangiectasia, síndrome de Wiskott- Aldrich y síndrome de Bloom, ocasionan que los niños nazcan con problemas en el sistema inmune. Además de tener un riesgo aumentado de adquirir infecciones graves debido a la disminución de las defensas inmunitarias, estos niños también tienen un riesgo aumentado de desarrollar leucemia.

Hermanos o hermanas con leucemia
Los hermanos y hermanas de niños con leucemia tienen una probabilidad ligeramente mayor (de dos a cuatro veces más que la normal) de desarrollar leucemia, aunque el riesgo general es aún bajo. El riesgo es mucho mayor entre gemelos idénticos. Si un gemelo idéntico desarrolla leucemia infantil, el otro gemelo tiene aproximadamente un 20% de desarrollar leucemia también. El riesgo es aún mayor si la leucemia se desarrolla en el primer año de vida.
El hecho de que uno de los progenitores desarrolle leucemia como adulto, no parece aumentar el riesgo de que un hijo desarrolle leucemia

Factores de riesgo relacionados con los estilos de vida
Los factores de riesgo relacionados con el estilo de vida en algunos cánceres de adulto incluyen estar sobrepeso, fumar, beber cantidades excesivas de alcohol y recibir demasiada exposición al sol. Aunque los factores relacionados con el estilo de vida son importantes en muchos tipos de cáncer en la vida adulta, resulta poco probable que estos factores desempeñen un papel en la mayoría de los tipos de cáncer infantil.
Algunos estudios han sugerido que una madre que bebe demasiado alcohol durante el embarazo, puede aumentar el riesgo de leucemia en su hijo, pero no todos los estudios han encontrado esa relación.

Factores de riesgo ambientales
Los factores de riesgo ambientales son influencias de nuestros alrededores, como radiación y ciertas sustancias químicas, que aumentan el riesgo de adquirir enfermedades como la leucemia.

Exposición a la radiación
La exposición a altos niveles de radiación es un factor de riesgo para adquirir leucemia infantil. Los sobrevivientes japoneses de la bomba atómica tenían un riesgo significativamente mayor de desarrollar AML, generalmente en un lapso de seis a ocho años después de la exposición. Si un feto es expuesto a radiación durante los primeros meses de su desarrollo, también puede haber un riesgo aumentado de leucemia infantil, aunque no es claro el grado de este riesgo. Los posibles riesgos de la exposición fetal o infantil a niveles menores de radiación, como la producida por los rayos X o por la CT no están bien definidos. Algunos estudios han encontrado un ligero aumento en el riesgo, mientras que otros no han encontrado un aumento en el riesgo. Cualquier aumento del riesgo probablemente es pequeño, pero por cuestión de seguridad, la mayoría de los médicos no recomiendan estas pruebas para las mujeres embarazadas y los niños a menos que sea absolutamente necesario.

Exposición a quimioterapia y a ciertas sustancias químicas
Los niños y los adultos que reciben tratamiento con ciertos medicamentos de quimioterapia tienen un mayor riesgo de desarrollar otro tipo de cáncer, usualmente AML, posteriormente en su vida. Los medicamentos como los agentes alquilantes (una clase que incluye ciclofosfamida y clorambucil) y epipodofilotoxinas (como etopósido y tenipósido) se han relacionado con un mayor riesgo de leucemia. Estas leucemias generalmente se desarrollan en un plazo de 5 a 10 años a partir del tratamiento y tienden a ser difíciles de tratar.

La exposición a químicos como benceno (un solvente usado en la industria de limpieza y en la producción de algunos medicamentos, plásticos y tintes) puede causar AML en adultos y, rara vez, en niños. La exposición a sustancias químicas está más relacionada con un aumento en el riesgo de AML que de ALL.

Varios estudios han encontrado un posible vínculo entre la leucemia infantil y la exposición a pesticidas en los hogares, ya sea durante el embarazo o durante los primeros años de la infancia. Además otros estudios han encontrado un posible riesgo aumentado entre madres con exposición a pesticidas en el lugar de trabajo antes del parto. Sin embargo, la mayoría de estos estudios han confrontado graves limitaciones en la manera que fueron conducidos. Se necesita más investigación para tratar de confirmar estos hallazgos y para proveer información más específica sobre los posibles riegos.

Supresión del sistema inmune

Los pacientes que reciben un tratamiento intensivo para suprimir su función inmune (principalmente los pacientes que reciben trasplantes de órganos) tienen un riesgo aumentado de desarrollar ciertos cánceres, como linfoma y ALL.


Factores de riesgo incierto, no comprobado o controversial

Otros factores que se han estudiado para tratar de determinar si tienen una posible relación con la leucemia infantil incluyen:

· Exposición a campos electromagnéticos (como vivir cerca de líneas eléctricas).
· Infecciones a temprana edad.
· Edad de la madre cuando nace el niño.
· Antecedentes de uso de tabaco de los padres.
· Exposición fetal a hormonas (como dietilestilbestrol o pastillas anticonceptivas).
· Exposición a sustancias químicas y a solventes en el lugar de trabajo del padre.
· Contaminación química del agua subterránea.
Hasta el momento, la mayoría de los estudios no han encontrado vínculos significativos entre cualquiera de estos factores y la leucemia infantil. Los investigadores continúan estudiando estas exposiciones.

¿Sabemos qué causa la leucemia en niños?

No se sabe la causa exacta de la mayoría de los casos de la leucemia infantil. Los médicos han determinado que el riesgo de desarrollar este cáncer es mayor en varias afecciones genéticas, que se describen en la sección “¿Cuáles son los factores de riesgo de la leucemia en niños?". Pero es importante notar que la mayoría de los niños con leucemia no tienen ningún factor de riesgo conocido.

Los científicos han logrado, en gran medida, comprender mejor cómo ciertos cambios en el ADN pueden causar que las células normales de la médula ósea se conviertan en células de leucemia. Las células humanas normales crecen y funcionan basándose principalmente en la información contenida en los cromosomas de cada célula. Los cromosomas son grandes moléculas de ADN contenidas en cada célula. El ADN es la sustancia química que porta nuestros genes, las instrucciones sobre el funcionamiento de nuestras células. Nos parecemos a nuestros padres porque ellos son la fuente de nuestro ADN. Pero nuestros genes afectan algo más que nuestra apariencia.

Algunos niños heredan mutaciones del ADN de uno de sus padres que pueden aumentar su riesgo de cáncer. Por ejemplo, una afección llamada síndrome de Li-Fraumeni, que resulta de una mutación hereditaria del gen supresor de tumores TP53, aumenta el riesgo de una persona de desarrollar leucemia, así como algunos otros tipos de cáncer.

Pero mientras ciertas enfermedades hereditarias pueden aumentar el riesgo de desarrollar leucemia, la mayoría de los casos de leucemia en niños no parecen ser causados por mutaciones hereditarias. Usualmente las mutaciones del ADN relacionadas con la leucemia se desarrollan después de la concepción, en lugar de ser heredadas. Algunas de estas mutaciones adquiridas pueden ocurrir antes, aún antes del nacimiento. En casos poco comunes, las mutaciones adquiridas pueden resultar de la exposición a la radiación o a sustancias que causan cáncer, pero usualmente ocurren sin razón aparente.

Unos pocos estudios han sugerido que algunas leucemias infantiles pueden ser causadas por una combinación de factores genéticos y ambientales. Por ejemplo, ciertos genes normalmente controlan la manera en que nuestro cuerpo descompone y elimina las sustancias químicas perjudiciales. Algunas personas tienen versiones diferentes de estos genes que los hacen menos eficaces. Es posible que los niños que heredan estos genes no puedan descomponer sustancias químicas perjudiciales cuando están expuestas a ellas. La combinación de los factores genéticos y la exposición pueden aumentar su riesgo de leucemia.


¿Se puede prevenir la leucemia en niños?
Aunque muchos de los cánceres adultos se pueden prevenir haciendo cambios en el estilo de vida que reduzcan ciertos factores de riesgo, en estos momentos no se conoce una manera de prevenir la mayoría de los cánceres infantiles. La mayoría de los niños y los adultos con leucemia no tienen factores de riesgo conocidos, por lo que no hay manera segura de evitar que desarrollen leucemia.

Algunas leucemias surgen del tratamiento de cánceres con radiación y quimioterapia, o el uso de medicamentos supresores del sistema inmune para evitar el rechazo de órganos trasplantados. Los médicos están buscando maneras de tratar a los pacientes con cáncer y a los que han recibido trasplantes de órganos sin aumentar su riesgo de desarrollar leucemia. Pero por ahora, los beneficios obvios del tratamiento de enfermedades potencialmente mortales con quimioterapia, radioterapia o trasplantes de órganos se deben sopesar contra la pequeña probabilidad de desarrollar leucemia varios años más tarde.
¿Cómo se diagnostica la leucemia en niños?

Es muy importante diagnosticar la leucemia infantil tan pronto como sea posible y determinar el tipo de leucemia, para que el tratamiento se pueda adaptar al niño a fin de que se obtengan las mejores probabilidades de éxito. Los exámenes y pruebas que se describen a continuación se usan para diagnosticar la enfermedad, para ayudar a determinar el tipo de leucemia y para medir su grado de avance.

Signos y síntomas de leucemia en niños

Muchos de los signos y síntomas de la leucemia infantil son causados por una carencia de células sanguíneas normales, lo que sucede cuando las células leucémicas desplazan las células productoras de células sanguíneas normales en la médula ósea. Como resultado, un niño puede que no tenga suficientes glóbulos rojos, glóbulos blancos ni plaquetas normales. Estas carencias se manifiestan en las pruebas de sangre, pero también pueden causar síntomas. Las células leucémicas también pueden invadir otras áreas del cuerpo, lo cual también puede causar síntomas.
Además, muchos de estos síntomas tienen otras causas, y la mayoría de las veces no son causadas por leucemia. Aun así, es importante que informe al médico de su hijo sobre estos síntomas de manera que se encuentre y se trate la causa, si es necesario.

Cansancio, piel pálida: la anemia (una escasez de glóbulos rojos) puede causar que un niño se sienta cansando, débil, mareado o con dificultad para respirar. Además, puede causar que la piel luzca pálida.
Infecciones y fiebre: un niño con leucemia puede desarrollar fiebre. Frecuentemente es causada por una infección que puede no mejorar ni con antibióticos. La causa es la carencia de glóbulos blancos normales, los cuales normalmente ayudarían a combatir las infecciones. Aunque los niños con leucemia pueden tener cuentas muy altas de glóbulos blancos, las células leucémicas no protegen contra las infecciones de la manera en que lo hacen los glóbulos blancos normales. Algunas veces las mismas células leucémicas también causan la fiebre al liberar ciertas sustancias químicas en el cuerpo.
Sangrado y aparición de hematomas con facilidad: un niño con leucemia puede presentar hematomas y sangrado frecuente de las encías o de la nariz o sangrado profuso de pequeñas cortaduras. Es posible que le aparezcan en la piel puntos rojos del tamaño de un alfiler causados por sangrado de pequeños vasos sanguíneos. Esto se debe a la carencia de plaquetas, que normalmente detienen el sangrado tapando los orificios de los vasos sanguíneos dañados.
Dolor de huesos o de articulaciones: aproximadamente uno de cada tres niños con leucemia presentará dolor de huesos. Un número menor tendrá dolor de articulaciones.
Esto se debe a la acumulación de células de leucemia cerca de la superficie del hueso o dentro de la articulación.
Inflamación del abdomen: las células leucémicas se pueden acumular en el hígado y el bazo y causar que estos órganos aumenten de tamaño. Esto puede notarse como llenura o inflamación del estómago. Generalmente las costillas inferiores cubren estos órganos, pero cuando están agrandados es posible que el médico los sienta.
Pérdida de apetito y pérdida de peso: si el bazo y/o el hígado se agrandan demasiado, pueden presionar otros órganos, como el estómago. Esto puede limitar la cantidad de comida que se puede ingerir, produciendo pérdida de apetito y pérdida de peso con el tiempo.
Ganglios linfáticos inflamados: algunas leucemias se pueden propagar a los ganglios linfáticos. El niño, uno de los padres, o un profesional médico puede notar los ganglios inflamados como masas debajo de la piel en ciertas áreas del cuerpo (a los lados del cuello, en las áreas de las axilas, sobre la clavícula o en la ingle). También puede ocurrir inflamación de los ganglios linfáticos que se encuentran en el interior del pecho o del abdomen, pero ésta sólo puede detectarse mediante estudios por imágenes, como CT o
MRI. Con frecuencia los ganglios linfáticos se agrandan cuando están combatiendo una infección, especialmente en los infantes y los niños. Los ganglios linfáticos que crecen como una reacción a las infecciones se denominan ganglios reactivos o ganglios hiperplásicos. Un ganglio linfático agrandado en un niño con más frecuencia es un signo de infección que de leucemia, pero un médico lo debe revisar y hacerle un seguimiento minucioso.
Tos o dificultad para respirar: con frecuencia la leucemia linfocítica aguda de células T involucra el timo, glándula que se encuentra en el pecho detrás del esternón y frente a la tráquea. El agrandamiento del timo o de los ganglios linfáticos en el interior del pecho puede presionar la tráquea, lo que puede causar tos o dificultad para respirar.
Inflamación en la cara y los brazos: la vena cava superior (superior vena cava, SVC), una vena grande que transporta sangre desde la cabeza y los brazos de nuevo hacia el corazón, pasa cerca del timo. El crecimiento del timo debido a un número excesivo de células leucémicas puede presionar la SVC causando que la sangre retroceda en las venas. A esto se le llama síndrome de la SVC, y puede causar inflamación en el rostro, cuello, brazos y la parte superior del tórax (algunas veces con una coloración roja azulada de la piel). También puede causar dolores de cabeza, mareos y, si afecta el cerebro, un cambio en el conocimiento. Este síndrome puede ser potencialmente mortal y requiere tratamiento inmediato.
Dolores de cabeza, convulsiones y vómitos: la leucemia se puede propagar fuera de la médula ósea. Puede propagarse al sistema nervioso central (el cerebro y la médula espinal), testículos, ovarios, riñones, pulmones, corazón, intestinos u otros órganos.
Aproximadamente de 5 a 10% de los niños ya tienen leucemia que se ha propagado al sistema nervioso central cuando reciben el diagnóstico. Entre los síntomas de una leucemia que se ha propagado al sistema nervioso central se incluyen dolores de cabeza, problemas para concentrarse, debilidad, convulsiones, vómitos, problemas de equilibrio y visión borrosa.
Erupciones dérmicas, problemas en las encías: en los niños con AML, las células leucémicas se pueden propagar a las encías, causando inflamación, dolor y sangrado. La propagación a la piel puede causar unas manchas pequeñas de color oscuro similares a una erupción dérmica común. Una acumulación de las células de la AML debajo de la piel o de otras partes del cuerpo se llama cloroma o sarcoma granulocítico.
Cansancio extremo y debilidad: una consecuencia poco común, pero muy grave de la AML es el cansancio, debilidad y habla mal articulada. Esto puede ocurrir cuando un gran número de células leucémicas “espesan” demasiado la sangre e interfieren con la circulación en los pequeños vasos sanguíneos del cerebro.

C O N C E P T O S


LA LEUCEMIA LINFOBLÁSTICA AGUDA (LAL)
Es la forma más frecuente de cáncer en la infancia. Afecta los linfocitos, un tipo de glóbulos blancos. Las células leucémicas se acumulan en la médula ósea, reemplazan las células sanguíneas sanas, y se diseminan a otros órganos, entre los que se encuentran el hígado, el bazo, los ganglios linfáticos, el sistema nervioso central, los riñones y las gónadas.



LA  LAL
 Afecta a un número ligeramente superior de niños que de niñas. Su incidencia es mayor en la raza blanca que en la negra. Si bien los hermanos de los niños leucémicos exhiben un riesgo ligeramente mayor de desarrollar la enfermedad, la incidencia es relativamente baja (no más de uno en 500.)


LA LEUCEMIA MIELOIDE AGUDA (LMA)
 Afecta una gran variedad de glóbulos blancos, como los granulocitos, los monocitos y las plaquetas. Las células leucémicas se acumulan en la médula ósea, reemplazan a las células sanguíneas sanas, y se diseminan al hígado, el bazo, los ganglios linfáticos, el sistema nervioso central, los riñones y las gónadas.
Existe una mayor incidencia de leucemia en las personas expuestas a grandes cantidades de radiación y ciertas sustancias químicas (por ejemplo, el benceno).


LA LEUCEMIA PROMIELOCÍTICA AGUDA (LPA)
 Es un subtipo de la leucemia mieloide aguda (LMA). La LPA se caracteriza por promielocitos (una forma de glóbulos blancos) anormales, fuertemente granulados. La LPA favorece una acumulación de estos promielocitos atípicos en la médula ósea y la sangre periférica, y reemplaza los glóbulos normales.

Alrededor de 50 niños, de un total estimado de 500 a los que se les diagnostica LMA cada año en los Estados Unidos, reciben un diagnóstico de LPA.

La LPA representa alrededor del 1% de la leucemia infantil.

La LPA se encuentra con mayor frecuencia en los niños de entre dos y tres años, y en los adultos mayores de 40; no obstante, también se observa en niños mayores de esa edad, y en adolescentes. La incidencia de LPA es mayor en los niños de origen hispano y mediterráneo.



Quimioterapia: El uso de drogas para eliminar células cancerosas, prevenir su reproducción o
enlentecer su crecimiento.






sábado, 9 de abril de 2011

I N V E S T I G A C I Ó N


TITULO

LIMITANTES QUE INTERRUMPEN EL PROCESO DEL TRATAMIENTO MEDICO EN PACIENTE CON CÁNCER DEL HOSPITAL DE ESPECIALIDADES PEDIÁTRICAS DE CHIAPAS.

DEFENIR PROBLEMATICA

INFRAESTRUCTURA HOSPITALARIA Y SITUACIÓN SOCIOECONÓMICA


OBJETO DE ESTUDIO

LOS NIÑOS CON CÁNCER Y SUS LIMITACIONES EN EL TRATAMIENTO MEDICO


PREGUNTAS CIENTIFICAS
1.- ¿Cual es el índice de mortalidad de los pacientes con cáncer?
2.- ¿Cuáles son los factores sociales que obstruyen el tratamiento médico?
3.- ¿Qué programas sociales apoyan a los pacientes con cáncer para continuar con su tratamiento?
4.- ¿Con que infraestructura cuenta el Hospital para el seguimiento del tratamiento medico?

CANCER EN LA NIÑEZ / CHILDHOOD CANCER

Según el portal de The Nemours Foundation dice que todas y cada una de las células de nuestro cuerpo están rigurosamente controladas en lo que se refiere al crecimiento, la interacción con otras células e, incluso, su ciclo vital. El cáncer ocurre cuando un tipo de células ha perdido estos mecanismos normales de control y crece de una forma que el cuerpo no puede controlar.
Los distintos tipos de cáncer tienen signos, síntomas, tratamientos y pronósticos diferentes, en función del tipo de células afectadas y del grado de crecimiento celular incontrolado.
Sobre el cáncer
Todos los tipos de cáncer, incluyendo los que se dan en la infancia, tienen un proceso patológico común: las células cancerosas crecen de forma descontrolada, adquieren tamaños y morfologías anómalos, ignoran sus límites habituales en el interior del cuerpo, destruyen células vecinas y, al final, se acaban extendiendo a otros órganos y tejidos (lo que se conoce como metástasis).
Conforme las células cancerosas van creciendo, consumen cada vez más nutrientes del cuerpo. El cáncer consume la energía del niño que lo padece, destruye órganos y/o huesos y debilita las defensas del organismo contra otras enfermedades.
Cada tipo de cáncer afecta a distintas partes del cuerpo, y sus tratamientos y tasas de curación también son diferentes.
Por lo general, los factores que desencadenan el cáncer en los niños no suelen coincidir con los que lo desencadenan en los adultos, como el hábito de fumar o la exposición a toxinas medioambientales. En contadas ocasiones, los niños que padecen determinadas afecciones de origen genético, como el síndrome de Down, tienen un riesgo incrementado de desarrollar cáncer. Asimismo, los niños que se han sometido a quimioterapia o radioterapia a raíz de un cáncer previo también tienen un riesgo incrementado de presentar otro cáncer en el futuro.
De todos modos, en la mayoría de los casos, los cánceres infantiles se desarrollan a raíz de mutaciones (o cambios) no heredadas en los genes de unas células que todavía están en proceso de crecimiento. Puesto que estos errores ocurren al azar o de forma impredecible, no hay ninguna forma eficaz de prevenirlos.
Es posible que un pediatra detecte algunos de los primeros síntomas del cáncer en la revisión médica periódica de un paciente. De todos modos, algunos de estos síntomas (como fiebre, ganglios linfáticos inflamados, infecciones frecuentes, anemia o moretones) también son propios de infecciones a otras afecciones que son mucho más frecuentes que el cáncer. Por este motivo, es lógico que tanto los pediatras como los padres sospechen otras enfermedades propias de la infancia cuando aparecen los primeros síntomas de cáncer.
Una vez diagnosticado el cáncer, es importante que los padres busquen ayuda para su hijo en un centro médico especializado en oncología pediátrica (tratamiento de cáncer infantil).


Tratamiento del cáncer
El tratamiento del cáncer en los niños puede incluir la quimioterapia (el uso de medicamentos para matar a las células cancerosas), la radioterapia (el uso de radiaciones para matar a las células cancerosas) y la cirugía (para extirpar las células cancerosas o tumores). El programa de tratamiento necesario en cada caso dependerá del tipo de cáncer, así como de su agresividad, lo extendido que esté y la edad del niño.
Cirugía
En los niños con leucemia o linfoma, la cirugía generalmente desempeña un papel muy poco importante. Esto obedece a que la leucemia y el linfoma son cánceres que afectan a la sangre y al sistema linfático, que están ampliamente distribuidos por todo el cuerpo, lo que dificulta tratarlos extirpando un área específica.
Sin embargo, en aquellos niños que tienen tumores sólidos y aislados, que afectan a zonas reducidas de la anatomía y no se han extendido a otras partes del cuerpo, la cirugía suele ser un arma eficaz para combatir el cáncer cuando se combina con quimioterapia y/o radioterapia.
Quimioterapia
La quimioterapia es una medicación que se utiliza como herramienta para eliminar las células cancerosas del cuerpo. A los niños con cáncer se les puede administrar la quimioterapia por vía intravenosa (a través de una vena) u oral (por boca). Algunas formas de quimioterapia se pueden administrar por vía intratecal, a través del líquido cefalorraquídeo. Los medicamentos entran en el torrente sanguíneo y matan a las células cancerosas en todas las partes del cuerpo.
La duración de la quimioterapia y el tipo y cantidad de fármacos utilizados dependen del tipo de cáncer que padezca el niño y de su respuesta a la medicación. El tratamiento es diferente para cada paciente, de modo que un niño puede someterse a quimioterapia diaria, semanal o mensualmente. También es posible que el pediatra recomiende hacer varios ciclos de tratamiento, para que el cuerpo del niño pueda descansar y recuperarse entre ciclos consecutivos.
Todos los medicamentos que se utilizan en quimioterapia conllevan el riesgo de padecer problemas a corto y largo plazo. Los efectos a corto plazo incluyen náuseas, vómitos, caída del cabello, fatiga, anemia, sangrado anormal y mayor riesgo de infección debido a la destrucción de la médula ósea, así como lesiones renales e irregularidades menstruales. Algunos de los medicamentos que se utilizan en quimioterapia también se asocian a riesgo de inflamación de la vejiga, hematuria (sangre en la orina), pérdidas auditivas y lesiones hepáticas. Otros pueden provocar problemas cardíacos y cutáneos. Los efectos colaterales a largo plazo incluyen infertilidad, problemas de crecimiento, lesiones en órganos e incremento del riesgo de padecer otros cánceres.
El pediatra de su hijo adoptará precauciones y le recetará otros medicamentos para contrarrestar la máxima cantidad posible de efectos secundarios de la quimioterapia


Trasplante de médula ósea
Los niños con determinados tipos de cáncer pueden ser candidatos a someterse a un trasplante de médula ósea. La médula ósea es un tejido esponjoso que hay en el interior de ciertos huesos del cuerpo y que desempeña la función de producir glóbulos sanguíneos. Si un niño padece un tipo de cáncer que influye sobre la función de los glóbulos sanguíneos, un trasplante de médula ósea (junto con la quimioterapia para matar a las células cancerosas) puede favorecer el crecimiento de nuevas células sanas. El trasplante de médula ósea a veces también se utiliza para tratar cánceres que no afectan a los glóbulos sanguíneos, ya que permite que los médicos utilicen dosis de quimioterapia más elevadas que las que habría tolerado el paciente si no hubiera recibido el trasplante.
Radioterapia
La radioterapia es uno de los tratamientos más habituales del cáncer. Cuando un niño se somete a radioterapia, se irradia con un haz de ondas o partículas muy potentes que destruyen o dañan las células cancerosas. Muchos tipos de cáncer infantil se tratan con radioterapia, en conjunción con quimioterapia y/o cirugía.
La radioterapia tiene muchos efectos secundarios potenciales (como un riesgo incrementado de malignidad y esterilidad en el futuro), que usted debería comentar con el pediatra de su hijo.
La principal meta del tratamiento del cáncer infantil es la curación; esta es la prioridad absoluta sobre cualquier otro aspecto del cuidado del paciente. De todos modos, hay muchos medicamentos y terapias que pueden ayudar a hacer más soportable el tratamiento del cáncer

Afrontar el cáncer
Siempre que sea posible, los niños mayores que padecen cáncer deberían participar activamente en su propio tratamiento. Se les debería proporcionar información sobre su tipo concreto de cáncer y sus efectos, utilizando un lenguaje adaptado a su edad y nivel de comprensión. No obstante, cuando el cáncer afecta a niños pequeños (menores de 4 años) suele bastar con explicarles que están "enfermos" y necesitan "medicinas" para mejorar. En todos los grupos de edad, la meta consiste en evitar el miedo y las confusiones.
Muchos niños pueden culpabilizarse, como si el hecho de padecer cáncer fuera, en cierto modo, por su culpa. Psicólogos, trabajadores sociales y otros miembros del equipo de oncología pueden ser de gran ayuda para tranquilizarlos, apoyarlos y ayudarles a expresar y a afrontar sus sentimientos.
El equipo de oncología puede orientar a los pacientes y a sus familiares, ayudándoles a soportar el sufrimiento y a afrontar tanto la incertidumbre como los cambios impuestos por el cáncer y su tratamiento. Si es necesario, este equipo también puede contactar o visitar el centro de enseñanza del niño para explicar el diagnóstico a sus profesores y/o compañeros de clase. Sustituir el miedo, la ignorancia y la confusión por empatía, comprensión e información es una meta fundamental en el proceso de ayudar a un niño con cáncer a afrontar la enfermedad.
El diagnóstico y tratamiento del cáncer infantil es un proceso largo que se asocia a efectos secundarios, tanto a corto como a largo plazo. Pero, gracias a los avances médicos, cada vez hay más niños con cáncer que completan el tratamiento con éxito y que pueden abandonar el medio hospitalario y crecer como cualquier otro niño. En la actualidad, hasta el 70% de todos los niños con cáncer se pueden curar.





 

referencia: 






(http://kidshealth.org)